El período de espera: que hacemos mientras esperamos
La prueba de
la espera es una de las pruebas más importantes en la vida cristiana. La
mayoría de nosotros estamos esperando que algo suceda, que nuestras oraciones
sean respondidas, que ocurran milagros y que se produzcan avances. Muchos
personajes bíblicos también pasaron por esta prueba: Abraham esperó 25 años para
tener un hijo, José esperó 13 años antes de que su sueño se hiciera realidad,
Moisés esperó 40 años en el desierto, Pablo esperó 14 años en Arabia, ect,
Incluso Jesús tuvo que esperar 18 años antes de entrar en su ministerio público,
a los 12 doce años dijo que debía ocuparse de los negocios de su Padre, pero
recién entró en su ministerio público a la edad de 30 años.
La prueba de la espera no sólo es importante, aunque
es difícil es necesaria. Hay una gran
bendición cuando somos capaces de esperar el tiempo de Dios. A nadie le guata esperar!!!!
En primer
lugar, no debemos intentar forzar las cosas. Existe una gran tentación de tratar de ayudar
a Dios y hacer cosas durante el período de espera. Un ejemplo es el de Abraham,
cuando Dios le prometió darle un hijo. Él debió haber estado muy emocionado y
probablemente esperaba que su esposa quedara embarazada unas semanas después.
Sin embargo, después de 12 años, cuando nada sucedió, no pudo esperar más y
decidió ayudar a Dios para acelerar las cosas: se acostó con su sierva Agar y
tuvo un hijo llamado Ismael. Sin embargo, no era el hijo correcto, ¡así que
tuvo que esperar otros trece años! Después de 25 años, cuando él y su
esposa Sara ya no podían tener hijos, ahora estaban listos para su milagro, y
nació Isaac. Hay 2 lecciones importantes que podemos aprender: esto:
La primera
lección es que Dios a menudo espera que lleguemos al límite de nuestras fuerzas,
esfuerzos e ideas inteligentes antes de actuar. Él quiere que sepamos que todo
lo que recibimos es por su gracia y que cuando llega el gran avance, toda la
gloria es para.
Hay varios
ejemplos en la Biblia: Ya vimos la experiencia de Abraham. Moisés tuvo que
pasar cuarenta años en el desierto antes de poder entrar en su llamado. Los
hijos de Israel tuvieron que esperar cuarenta años en el desierto antes de
poder entrar en la Tierra Prometida. José tuvo que esperar trece años en Egipto
antes de ver el cumplimiento de lo que Dios le había prometido. David tuvo que
huir de Saúl durante trece años como un vagabundo, antes de convertirse en rey.
Este principio se repite una y otra vez en las vidas de aquellos a quienes Dios
ha llamado al ministerio muchos pueden testificar que una vez hubo una
experiencia de "muerte" antes de que entraran en sus sueños y deseos.
La segunda
lección que podemos aprender de la experiencia de Abraham es que podemos
cometer errores terribles si no esperamos. ¡El nacimiento de Ismael fue un gran
error! Fue la descendencia de Ismael la que se ha resistido a los propósitos de
Dios y ha perseguido a los hijos de Dios durante miles de años. También tenemos
el ejemplo del rey Saúl. Él no pudo esperar la llegada de Samuel, y su error
finalmente le hizo perder su reino. Otro ejemplo es el de los hijos de Israel.
No pudieron esperar a que Moisés regresara de la montaña, así que se apartaron
de Dios y adoraron al becerro de oro.
En la actualidad, hay muchos ejemplos de personas
que no pudieron esperar. Muchos jóvenes cristianos no esperaron a que Dios les
diera el cónyuge adecuado, por lo que se casaron con incrédulos y hoy se
sienten frustradas e insatisfechas. Hay quienes no pudieron esperar a que Dios
les abriera las puertas adecuadas y cometieron errores terribles.
Dios a menudo parece moverse lento y normalmente esperamos
más de lo que nos gustaría. Sin embargo, Dios nunca tarda, y cuando comienza a
moverse, a menudo es como un relámpago. Tenemos el ejemplo en el libro de los
Hechos 2, donde perseveraron en oración y oraron durante diez días, “De repente se oyó el sonido de un viento
recio que soplaba”.
Una de las palabras más importantes que debemos
conocer mientras estamos en el período de espera es la palabra ¡continúen! Hay
muchos “continúen” en la Biblia, por ejemplo, “continúen firmemente en la
oración, continúen en la fe, continúen en la gracia de Dios, continúen en Mi
palabra, etc. En Hebreos 10:36 leemos: “Porque os es necesaria la paciencia,
para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”. Es muy
importante que sigamos haciendo lo que Dios nos ha dicho que hagamos, incluso
si no vemos un avance inmediato. Pablo escribió en Gálatas 6:9: “No os canséis
de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”. La buena
noticia es que no estaremos siempre en el período de espera; ¡habrá un “tiempo
debido”! debemos seguir orando, seguir creyendo, seguir obedeciendo y seguir
confesando la palabra de Dios hasta que veamos el avance.
En tercer lugar, debemos hacer lo mejor que podamos durante el período de espera, hacer lo mejor que podamos en las pequeñas cosas que Dios quiere que hagamos ahora mismo. El mejor ejemplo en el Antiguo Testamento es el de José. Dios le dio una maravillosa promesa de que un día sería un gran líder. Después de recibir esta promesa, tuvo que pasar los siguientes trece años como esclavo y prisionero en Egipto. Sin embargo, todo lo que José hizo, fue fiel y lo hizo bien. En la casa de Potifar, fue el mejor esclavo. Cuando fue arrojado a la prisión, fue el mejor prisionero.
Como resultado de su fidelidad y su excelente
espíritu, salió de su período de espera y fue promovido a líder en Egipto.
También notamos que las habilidades que aprendió como administrador en la casa
de Potifar y en prisión, las utilizó en su nueva posición de liderazgo. Aprendió
a dirigir una nación en la casa de Potifar. Por lo tanto, ¡debemos usar
nuestros períodos de espera para mejorar nuestras habilidades y capacidades
para que un día podamos usarlas cuando recibamos nuestros avances!
También notamos que José conoció a la persona
correcta cuando estaba en prisión, quien lo presentó al Faraón. Por lo tanto,
Dios puede estar trabajando para poner a las personas y situaciones correctas
en su lugar, cuando algún día necesitemos nuestro gran avance.
Pablo dijo a los Colosenses 3:23: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para
el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa
de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”. Por tanto, si queremos
saber lo que debemos hacer ahora mismo, simplemente debemos continuar con lo
que estamos haciendo ahora y hacerlo bien, hacerlo con todo nuestro corazón.
En cuarto lugar, debemos pasar nuestras pruebas durante el período de espera: Nuestra vida cristiana es como una escuela, la escuela del Espíritu. Para progresar en ella, tenemos que rendir exámenes y aprobarlos. Lo mismo sucede en el Reino de Dios. A menudo, Dios nos someterá a diversas pruebas antes de promovernos o liberarnos para nuestro llamado. En Deuteronomio 8:2 Dios probó a los hijos de Israel: “Dios os ha traído estos cuarenta años por el desierto, para humillaros, y para probaros, para saber lo que había en vuestro corazón”.
El desierto era un lugar de prueba para los hijos
de Israel y la razón por la cual Dios los probó fue para prepararlos para
poseer la Tierra Prometida. Él tuvo que sacar el “espíritu de Egipto” de sus
corazones y enseñarles a confiar y creer en Él. Sin embargo, ellos fallaron en
sus pruebas y vagaron por las montañas en el desierto durante cuarenta años. Hay muchos así hoy que pasan toda su vida
en un desierto espiritual porque no pasan sus pruebas. Quisieran salir de sus
períodos de espera, pero Dios está esperando que pasen sus pruebas y cambien
sus actitudes.
Hay muchos
otros ejemplos de personas que fueron probadas en la Biblia. En el Salmo 17:3,
David dijo: “Pusiste a prueba mi corazón”. José probablemente fue probado en
Egipto para perdonar a sus hermanos. Moisés fue probado en el desierto durante
cuarenta años. Durante esos cuarenta años, Dios lo humilló y lo preparó para
sacar a los hijos de Israel de Egipto. Incluso Jesús fue probado en el desierto
durante cuarenta días antes de entrar en su ministerio público. En Santiago
1:12 leemos: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando
haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a
los que le aman”.
En quinto
lugar, debemos tener cuidado con cómo hablamos durante el período de
espera: Tenemos el ejemplo de los hijos de Israel en el desierto. Murmuraron y
se quejaron y tuvieron que vagar por el desierto durante cuarenta años. Muchos
están hoy en un desierto espiritual, atrapados en sus períodos de espera debido
a sus palabras. Leemos en 1 Pedro 3:10:
“… el que quiera amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal y sus
labios de hablar engaño”. Se nos ordena en Hebreos 10:23 que “mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza
sin fluctuar, porque fiel es el que prometió”. Necesitamos hablar
continuamente buenas palabras sobre nuestro llamado y nuestro futuro.
También es importante que no hablemos demasiado
mientras estamos en nuestro período de espera. A veces Dios nos muestra cosas
personales y si hablamos demasiado de ellas, podemos perder la bendición que
Dios quería darnos. María, la madre de Jesús, es un buen ejemplo. El ángel se
le apareció y le dio la promesa acerca de Jesús. Ella no salió a decirle a todo
el mundo lo que el ángel le dijo, ni siquiera a José su esposo, sino que guardó
esta promesa en su corazón. ¡Por eso Dios la eligió, porque podía confiar en
ella! La Biblia dice en Santiago 1:19 que debemos ser “prontos para oír y
tardos para hablar”. Mientras estamos en un período de espera es hablar
continuamente palabras llenas de fe sobre nuestra situación y nuestro futuro.
En Hechos 16:25-26 leemos cómo Pablo y Silas
decidieron regocijarse y cantar alabanzas en la prisión. Como resultado de su
regocijo, Dios envió un terremoto y los liberó y su período de espera llegó a
su fin. ¡El regocijo es una de las rutas más rápidas para atravesar el período
de espera!
El período de espera puede ser un momento provechoso
de nuestra vida. Amén.
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