JESÚS RETUVO SUS CICATRICES
Hay cosas que hemos
leído muchísimas veces y no le prestamos la atención debida. Tenemos el increíble
suceso Dios mismo se hizo carne (Juan 1:14) y que murió por nosotros (1 Pedro
3:18), sin embargo, se nos pasa desapercibido qué retuvo las cicatrices cuando resucitó.
Él es todopoderoso y podía quitarlas. Porque se las dejó? ya que logró el propósito de morir? Entonces, como nuestro Dios es un Dios de
propósito
11 Juan
1:3 Todas las cosas por él fueron
hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho y nada se le escapa todo lo ve. (Proverbios 15:3).
En un mundo que vive
en las tinieblas, las cicatrices son una vergüenza y por ende la rama de
medicina de cirugía plástica llega a ser un negocio billonario. Las cicatrices y las imperfecciones deben ser
removidas porque la belleza y la perfección son la meta.
¿Esta meta es
alcanzable? Claro que no. El único
perfecto es Dios y entonces debemos preguntarnos ¿de dónde se origina esta
búsqueda? ¿Dios nos pedirá lo que es imposible?
Entonces indagamos
en Las Escrituras y encontramos que de todos los ángeles, aquel quien fue lleno
de sabiduría y perfecto en hermosura fue Lucifer (Ezequiel 28:12) y se llenó de
orgullo queriendo ser como Dios (Isaías 14:13), y entonces Dios lo envió a la
tierra (Isaías 14:12) donde él reina sobre las tinieblas como príncipe (Efesios
2:2), cegando a aquellos que no creen en Dios (2 Corintios 4:4).
Mientras Satanás puede mantenernos
orgullosos y con metas inalcanzables, vivimos atemorizados con inseguridad y
frustración.
Aun los cristianos cuando
evaluamos en la profundidad de nuestro corazón la apariencia, nos damos cuenta
que la belleza, el peso, la ropa, el pelo y la piel todavía tienen
preponderancia en nuestras vidas y debemos luchar para ponerlos en su debido
lugar, bajo el señorío de Cristo.
Entonces si Jesús se
quedó con las cicatrices, la belleza y las cicatrices de la vida no son feas
para Dios, sino que tienen un propósito y debemos buscar cuál es.
Ahora me pregunto ¿Cuál es su propósito?
Como el exterior es
lo más fácil para nosotras evaluar, no solamente porque es lo que sale a la
vista y por ende es más difícil esconder los defectos, sino también porque es
lo más fácil de corregir, el mundo se mantiene en lo superficial en cosas que
pueda controlar… por un tiempo. Y lo que realmente hace a una persona bella es
su corazón (Mateo 15:18). El corazón solamente el Señor puede cambiarlo y
muchas veces Él utiliza lo que produce las cicatrices.
Dios Padre está formando a sus hijos a
la imagen de Jesús cuando atravesamos por las dificultades, algo que no ocurre
en los no creyentes y por ende nuestras cicatrices y la forma en que
atravesamos el dolor son megáfonos para un mundo que no puede hacerlo.
Cuando Jesús
resucitó y mantuvo las cicatrices de la cruz, estas no disminuyeron Su Gloria,
como vemos ilustrado en Juan 20:27-28 ”Luego dijo a Tomás: Acerca aquí tu dedo,
y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas
incrédulo, sino creyente. Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios
mío!.” Eran evidencia de un amor tan
grande que Él se hizo carne y pagó el precio que no pudimos pagar (2 Corintios
5:21).
Él fue marcado para
siempre para evidenciar un amor eterno.
Fueron Sus cicatrices las que restauraron nuestras mentes, nuestros
corazones y nuestras almas. Sus cicatrices nos recuerden que tenemos un
sacerdote que puede compadecerse con nuestras flaquezas (Hebreos 4:15),
animándonos a seguir adelante hasta el final. Y es a través de nuestras
cicatrices que nos parecemos más a nuestro Señor y nuestras cicatrices serán
evidencia de Su Gloria. Para entender que nuestras cicatrices son bellas
tenemos que evaluarlas a la luz de la cruz.
Cuando atravesamos
por situaciones de dolor, cuando tenemos heridas y vamos donde nuestro cirujano
plástico Jesucristo, en vez de quitar las cicatrices, Él las deja para
cambiarnos. Cuando los no creyentes pasan por dolor y heridas, sus corazones se
ponen más endurecidos, sin embargo, Él utiliza las dificultades en Sus hijos
para ablandarnos, dándonos un corazón de carne (Ezequiel 36:26). Por esto 2
Corintios 4:16 nos dice: “…aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin
embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día.” La belleza exterior
es vana, sin embargo, la interior es preciosa a los ojos de Dios (Proverbios 31:30) y lo que es vergonzoso
aquí en la tierra será respetado, admirado y premiado en el cielo.
Y nuestras
cicatrices son evidencia de Su Gloria y debemos entender que nada es más bello
que parecernos a Jesús.
Nada da más gloria a
Él que nuestras cicatrices, son señal de que fuimos procesados.
Sus cicatrices
tuvieron propósito y las nuestras también, son heridas cicatrizadas que muestra
que hemos batallado.
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