Los Pactos de Dios

PALABRA  -PACTOS DE DIOS CON LA HUMANIDAD Y DEL HOMBRE CON DIOS       

MI ESCUDO -DOMINGO14JUL2024

 Hoy no hablamos mucho de los pactos, pero deberíamos hacerlo, pues son un tema importante y son la clave del plan redentor de Dios para restaurar a la humanidad con su plan de salvación. Comenzando en Génesis, Dios establece una alianza con el hombre para rescatarlo en diferentes ocasiones. Estas asociaciones divinas-humanas se encaminan hasta alcanzar el pacto culminante con Jesús. Cuando vemos la historia de Dios redimiendo a la humanidad por medio de Jesús estamos ante la historia de la relación del pacto de Dios con la humanidad. Entre estos pactos o alianzas de Dios con personas vemos algunos de forma específica, otros de forma general con la humanidad y a su vez  condicional o incondicional.  

¿Qué es un pacto? Un pacto es una relación entre dos partes que se hacen promesas que son mutuamente vinculantes, a veces van acompañados de juramentos, señales y ceremonias. Los pactos definen obligaciones y compromisos, pero son diferentes de un contrato. Piense en un matrimonio: un esposo y una esposa eligen entablar una relación comprometiéndose el uno con el otro en un pacto de por vida.            La palabra pacto aparece más de 300 veces en la Biblia, la palabra hebrea berit tiene significado de un acuerdo contractual entre Dios y una persona, o entre dos seres humanos, que implica una vinculación entre las partes.

De ahí que vemos la palabra pacto aplicada a los tratos entre los hombres, como el caso de Abraham y Abimelec (Gn. 21:27), y también a los tratos de Dios con el hombre en la historia de la redención. Vemos el pacto con Noé (Gn. 6:18; 9:9-17), el pacto con Abraham (Gn. 15:1,21; 17:14), el pacto con Moisés (Éx. 34:28; Dt. 4:13; 9:9,11), y el pacto con David (2 S. 7; Sal.78:60,72), y a esto sumémosle el Nuevo Pacto en Cristo.  A lo largo de la Biblia observamos la iniciativa persistente de Dios haciendo una promesa solemne de mantener esta relación de pacto con el hombre, la cual podemos resumir en esta frase:

“Yo seré Su Dios y ellos serán mi pueblo” Jeremías 31:33

 Pero la gran diferencia entre un pacto entre hombres y el pacto de Dios es que en el caso de los hombres, el pacto se mantiene hasta que una de las partes lo quebrante. Pero en el caso de Dios, Él ha definido su pacto como una promesa garantizada con un juramento a manera de testamento (Hebreos. 6:17; 9:15-17). De hecho, la palabra griega que utiliza el Nvo.Testamento para pacto (diatheke) tiene la connotación de un convenio planteado por una de las partes que debe ser aceptado o rechazado por la otra parte, como el NUEVO PACTO prometido por Dios y ejecutado por la muerte del testador, su Hijo Jesucristo, aceptado o rechazado voluntariamente por el hombre.

Durante el nacimiento de Juan el Bautista (Lucas 1:17), su padre Zacarías irrumpe en alabanza diciendo que Dios se había acordado de su santo pacto y del juramento hecho a Abraham de que, de su descendencia, la cual es Cristo (Gálatas 3:16), todas las naciones serían benditas.  El pacto prometido por los profetas es cumplido y consumado en la vida, muerte, resurrección, y ascensión de Jesucristo (Mateo 26:28).

La iniciativa divina de hacer un pacto con su pueblo comenzó en la eternidad antes de la fundación del mundo, esta iniciativa de crear el universo para tener una relación de pacto con criaturas hechas a su imagen y semejanza no comenzó con el nacimiento del Mesías, ni con la llegada de Juan el Bautista, ni con David, ni con Moisés, ni con Abraham, ni con Noé, ni tampoco con Adán, COMENZO EN LA ETERNIDAD.

Los pacto se encuentran en toda la Biblia Entablar pactos es común así que Dios se asoció con la humanidad a través de una estructura que ellos ya conocían. Hay pactos personales entre dos individuos (David y Jonatán 1 Samuel 23), pactos políticos entre dos reyes o naciones (rey Salomón y  rey Hiram 1 Reyes 5), pactos jurídicos con una nación, leyes sobre la liberación de los esclavos hebreos o el descanso de la tierra. La Biblia menciona varios pactos de Dios con el hombre, pero hablemos de un pacto del hombre con Dios. Le  prometemos a Dios, el siempre cumple su parte, es el hombre que falla, lo que ha determinado en su corazón cúmplalo, recuerde sus pactos. 

Jacob hace un pacto con Dios y fue sumamente bendecido en una tierra que no había nada, una tierra de pozos secos y de donde todos se querían ir. Génesis 28:20-22  Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo y si me da alimento y ropa para vestirme, 21 y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el SEÑOR será mi Dios. 22 Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte».

 El comienzo de los pactos  fue cuando Dios creó al hombre a su imagen para que viviera en obediencia. La palabra "pacto" no se usa explícitamente en Génesis 1, pero  Dios invita a Adán y Eva a ser reyes-sacerdotes y a representar su gobierno generoso en la Tierra. Ellos podrían disfrutar y reproducir las bendiciones de la vida eterna siempre y cuando obedecieran. Dios establece los términos de su relación, advierte que no coman del árbol del conocimiento del bien y del mal porque eso traería maldición de muerte para la humanidad.

Y en su primera prueba de fidelidad al pacto, los humanos fallaron,  comieron del árbol, fracturaron la relación entre la humanidad y Dios. Todavía estaríamos separado si Dios no hubiera intervenido, el resto de la Biblia tiene que ver con la forma en que Dios reparó esa alianza rota  con la humanidad, con un NUEVO PACTO.

No hay consenso en cuanto al número de pactos existentes entre Dios y la humanidad. Sin embargo, hay algunos pactos fundamentales que Dios hace con Adán, Noé, Abraham, Moisés y David y el nuevo pacto a través de su hijo, Jesús es el punto culminante de los pactos.

Pacto Adánico   Génesis 1:26-30; 2:16-17,  marcó  la responsabilidad del hombre hacia la creación y directiva de Dios en cuanto al árbol del conocimiento del bien y del mal, incluyendo las maldiciones pronunciadas contra la humanidad por el pecado de Adán y Eva.

El pacto con Noé: Después de que Adán y Eva fueron exiliados del Edén,  la muerte reinó sobre la humanidad y un rápido avance del mal. El pecado ha envuelto al mundo entero, en respuesta, Dios envía un diluvio para dar paso a una creación nueva que comienza con Noé y su familia. Dios promete a pesar de la corrupción de la humanidad, nunca más inundará la Tierra (Génesis 8:20-9:17).  El pacto de Dios con Noé es incondicional y su promesa va acompañada de una señal de su fidelidad, el arco iris, para que las futuras generaciones recuerden este pacto (Génesis 9:12-17).

Pacto con Abraham  el mal sigue arruinando el mundo,  el plan de rescate de Dios continúa y llama a Abraham a una relación de pacto. Esta alianza redentora entre Dios y Abraham se desarrolla progresivamente en Génesis 12, 15 y 17. Él le promete a Abraham una gran familia que heredará una porción de tierra en Canaán y brindará bendición universal a toda la humanidad.  Este pacto también está acompañado de una señal externa, un recordatorio para Abraham y sus antepasados, Dios ordena que los hombres sean circuncidados (Génesis 17:9-14). Dios le dice a Abraham que deje su tierra y lo siga dondequiera que él lo lleve, que capacite a su familia para que haga lo correcto y lo justo y que practique la circuncisión en todas las generaciones. Este pacto es tanto condicional como incondicional,  Dios mantendrá su promesa de darle a Abraham una familia que heredará la tierra y bendecirá al mundo.

Pacto con Moisés Éxodo comienza donde Faraón esclaviza al pueblo de Dios y ellos claman a Dios para que los rescate. Dios los escucha y envía a Moisés para que sea su instrumento de poder divino para sacar al pueblo de Egipto y llevarlo a la tierra que Dios le prometió a Abraham. Después de la huida, el pueblo llega al  Monte Sinaí, donde Dios se les aparece para recordar las promesas que le hizo a Abraham. Actuando como representante de Israel, Moisés sube a la montaña para escuchar los términos del pacto de Dios con el pueblo. Dios promete hacer de Israel un reino santo de sacerdotes que extenderá su bendición y gloria a todas las naciones. Dios instruyó a Israel para que obedeciera todas las leyes dadas en el Monte Sinaí, prometiendo bendecirlos si cumplían sus mandamientos y maldiciones si los ignoraban (Deuteronomio 28).

Pacto con David: El pueblo de Dios entra a Canaán y exige un rey, desean ser como las demás naciones, el pueblo pierde de vista su pacto en el Monte Sinaí.  Entonces Saúl es ungido como rey de Israel, pero falla al no obedecerle a Dios.  Dios elige a David como rey de Israel, se convierte en un líder exitoso al vencer a los enemigos de Israel y al restaurar el orden; y quiere construir un templo para que Dios vuelva a morar con su pueblo. Dios pacta con David,que levantará un descendiente del linaje de David, cuyo trono y reino durarán para siempre (2 Samuel 7; Salmos 72, 89 y 132). A pesar de los fracasos de David y sus hijos, Dios cumple su promesa y provee un descendiente fiel de David para que reine.  Todos estos pactos se construyen temáticamente unos sobre otros, después del pacto de Dios con David, llega el gran libertador, el mesías del linaje de David, que va a reparar la relación fracturada que comenzó en el jardín.


El nuevo pacto durante generaciones, Israel ignoró los términos del pacto con Dios, quebrantando los mandamientos y viviendo según su propia definición del bien y del mal. En medio de la rebelión y el exilio, los profetas hablaron de un nuevo pacto, diciendo que Dios algún día cumpliría todas sus promesas, reparando su relación con su pueblo y bendiciendo a las naciones (Jeremías 31:31-34; Ezequiel 36:22-32).

Este nuevo pacto ha de ser eterno, Dios iba a escribir su ley en el corazón de su pueblo, a perdonar completamente los pecados y a levantar un rey fiel del linaje de David que iba a restaurar todo lo que se había quebrantado. La expectativa de este pacto hace que la historia avance hacia las páginas del Nuevo Testamento, en donde nos presentan a Jesús (Mateo 26:26-29; Lucas 22:19-22). Dios promete perdonar el pecado y conocimiento universal del Señor. Jesucristo vino a cumplir la ley de Moisés (Mateo 5:17) y crear un nuevo pacto entre Dios y su pueblo. Ahora que estamos bajo el Nuevo Pacto, tanto judíos como gentiles pueden ser librados del castigo de la ley. Ahora se nos ha dado la oportunidad de recibir la salvación como un don gratuito (Efesios 2:8-9).

 Los pactos se construyen progresivamente unos sobre otros formando una historia completa de redención Dios preservó el mundo desde el Edén, luego por medio de Noé, inició la redención por medio de Abraham, estableció la nación de Israel por medio de Moisés, prometió un pastor rey eterno a través de David y luego cumplió todos sus pactos por medio de Jesús. Con cada pacto, las promesas y los planes de Dios para salvar al mundo, finalmente vemos que la redención solo puede concretarse a través del Rey Jesús.

Jesús es el punto culminante de los pactos: Los autores del Nuevo Testamento presentan a Jesús como el descendiente de Abraham, aquel que confió en el Padre, incluso hasta el punto de morir y se convirtió en bendición para todas las naciones. Él es el Moisés más grande, que nos saca de la esclavitud y es el israelita obediente que cumple de forma perfecta las leyes de Dios. Él es el hijo de la realeza de David que inauguró el Reino de Dios en su vida, muerte y resurrección, y que ahora está sentado a la diestra de Dios, reinando para siempre como el único Rey verdadero.

Jesús triunfó perfectamente en todos los puntos en los que la humanidad falló.

Él es el garante y el mediador del nuevo y mejor pacto (Hebreos 7:22, 9:15). Ahora las personas de todas las naciones, tribus y lenguas que confían en Jesús pueden convertirse en parte de la familia del pacto de Dios.

En el nuevo pacto, nosotros recibimos el perdón de los pecados y el Espíritu fortalecedor de Dios que nos ayuda a vivir vidas llenas de amor abnegado. Gracias a Jesús, podemos vivir con justicia y asociarnos con él para extensión del reino. Cristo actúa como fiador y mediador de este pacto de gracia para con su pueblo.

 Se activa el pacto de la gracia Es decir que, de este lado del sol, el contraste entre el antiguo y el nuevo pacto que Pablo y el autor de la carta a los Hebreos distinguen no se trata de dos pactos sucesivos (primero la ley y luego la gracia), sino de dos pactos que coexisten lado a lado (ley y promesa) bajo el pacto de la redención diseñado por la Trinidad antes de la fundación del mundo. Este pacto se despliega en la historia de la salvación en la creación, caída, redención, y restauración.

Resumiendo, la ley natural fue dada en la creación y fue quebrantada por el primer Adán, y la gracia de Dios fue dada desde el principio cuando Dios cubre la desnudez de ellos con pieles de animales. El mismo patrón de ley y evangelio, de letra y Espíritu, de condicionalidad e incondicionalidad, se mantiene en todos los pactos de la promesa que Dios mismo entrega en la persona del Hijo, quien viene como el último Adán para cumplir perfectamente la ley y darnos la promesa de Emanuel:      Dios con nosotros

 


EN CONCLUSIÓN: La Biblia habla de diferentes pactos, que  Dios hizo con la nación de Israel y son de naturaleza incondicional, independientemente de la obediencia o desobediencia de Israel, Dios aún cumplirá estos pactos. Otros pactos son de naturaleza condicional, traerá bendición o maldición, dependiendo de la obediencia o desobediencia de Israel. Otros pactos están hechos entre Dios y la humanidad en general, y no están limitados a la nación de Israel. 

El nuevo pacto en Jesucristo vino para obedecer y cumplir perfectamente todas las demandas del pacto que había sido quebrantado por la humanidad, para que los que fueron constituidos pecadores por la desobediencia del primer Adán sean ahora constituidos justos por la obediencia del segundo Adán, de manera que donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Romanos 5:12-21).

Pastora Ana Carril

 

 

 

 

 

 

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