SALMO 122 David
dice: Id a la casa de Jehová - Alabad a Jehová.
1 Yo me alegré con los que me decían: a la casa de Jehová yo iré. Declara el espíritu con que iban al
Templo. La actitud con que una persona
va a la casa de Dios determina su relación con Dios.
2 Nuestros pies están dentro de tus puertas, oh Jerusalén. Para el
salmista y los judíos, el Templo y Jerusalén eran una misma cosa, eran el
centro de su vida nacional y religiosa.
Que siente
usted? , pensemos en ir a la casa de Dios, nuestra congregación, para adorar a
nuestro Dios y glorificarle sobre todo en nuestro corazón, dentro y fuera del
Templo.
La pregunta
es: ¿Qué los impulsaba a hacerlo? Muchos
tenían un largo viaje a pie, caminos de polvorientos, el calor del sol,
durmiendo en el campo, comiendo poco y a veces, sin agua. Además en Jerusalén no los esperaban hoteles
cómodos.
Entonces,
¿qué los motivaba a viajar a Jerusalén?
Jerusalén había sido el lugar escogido por Dios para morar con ellos y
para que lo adoraran. Así que los
israelitas no se sentían cerca de Él en otra parte. Amaban a Dios y deseaban estar en el Templo,
junto a otros que se congregaban allí para adorar a Dios.
Los
sacrificios eran la parte central del culto de adoración en el santuario del
Antiguo Testamento.
HOY: Somos
desafiados a que nos ofrezcamos a nosotros mismos en sacrificios vivos; nos
alienta a que nuestras vidas sean testimonios de la transformación que Cristo
hizo.
Así como las
ofrendas de los sacrificios tenían que ser sin defecto, de la misma manera,
debemos abandonar el molde del mundo, y sufrir una transformación de mente,
cuerpo y espíritu.
¿QUÉ SIGNIFICA PRESENTAR NUESTROS CUERPOS EN
SACRIFICIO VIVO?
1) Dejar
los hábitos que afectan nuestra vida espiritual y que nos quitan el tiempo con
Cristo;
2)
Abandonar los hábitos que menoscaban nuestra vida física, mental y moral, para
que nuestros cuerpos sean guardados puros en adoración y sacrificio. Para que
seamos una ofrenda acepta por Cristo
En la cruz,
esta ofrenda representó el sacrificio puro, sin pecado, perfecto del cuerpo del
Señor Jesús por los pecados de toda la humanidad.
Y, estamos seguros de que Él se encarga de
bendecirnos.
Salmos 96:8 ¡Tributen al Señor la gloria que merece su nombre! ¡Traigan sus ofrendas y entren en sus atrios!
Comentarios
Publicar un comentario