UNA SEÑAL


UNA SEÑAL                 22DIC24

En Lucas 2:8-20, un ángel del Señor se aparece a unos pastores que están cuidando sus rebaños cerca de Belén:

El ángel les dice que no tengan miedo y que les trae buenas noticias: el Salvador, el Mesías, el Señor, ha nacido en Belén.

El ángel les indica que lo reconocerán porque estará envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Junto al ángel, aparecen muchos otros ángeles que alaban a Dios.

Los pastores se dicen unos a otros que deben ir a Belén a ver lo que ha sucedido.

Los pastores encuentran a María, a José y al niño en el pesebre.

Los pastores cuentan lo que les había dicho el ángel y todos se quedan asombrados.

Los pastores regresan a sus rebaños alabando y glorificando a Dios.

La Señal del Niño en el Pesebre

 

Jesús nace en un contexto de vigilancia imperial, Augusto César decreta que las personas sujetas al imperio (v. 1) sean censadas. No se trata de un requerimiento inocente. El censo permite que el imperio compute con precisión cuántas personas están bajo su dominio y cuáles son sus posesiones, con el objetivo de recolectar impuestos y en algunos casos de imponer el servicio militar. El imperio sigue su rumbo de acuerdo a su lógica de cuantificación y control de sus súbditos, pero nada menos que durante el  empadronamiento, Dios revela un señorío muy diferente al de los señores imperiales. En ese preciso momento histórico, “Dios con nosotros” se manifiesta en Belén a través de una señal: un niño recién nacido, envuelto en pañales, colocado en un pesebre.

 

María, da luz a su primogénito, coloca al niño en un pesebre, pues la pareja no ha podido encontrar refugio en un mesón.

Mientras tanto, “en la misma región” (v. 8) se van dando algunos hechos adicionales que al igual que el nacimiento del niño y la correspondiente “señal del pesebre,” escapan la vigilancia del imperio. De modo sorprendente, se está haciendo la voluntad de Dios tanto en el cielo como en la tierra. Unos pastores que están afuera, cuidando de sus rebaños, de pronto reciben la visita de un mensajero de Dios. El  ángel les anuncia el dato del nacimiento del niño en Belén (“casa de pan”), que es presentado como Salvador, Mesías (Cristo) y Señor (v. 11). Les da una marca de la identidad del bebé que “les” ha nacido–que ha nacido “para” ellos (v. 12). La señal tiene que ver con: está “acostado en un pesebre” (v. 12). Lucas muestra hábilmente que este acercamiento de Dios en medio de la vulnerabilidad es una buena noticia. Es una buena nueva para los pastores, que glorifican y alaban a Dios por lo que han visto y oído. Y también lo es para los ángeles, que dan gloria a Dios porque Dios quiere paz con justicia para los seres humanos. El desafío en esta Navidad es descubrir cómo y porqué esta “señal” también es una buena noticia para nosotros  en nuestro tiempo y nuestro lugar.

 

Vale la pena detenernos en esta señal del niño en el pesebre que para Lucas es tan importante que la menciona tres veces en este corto pasaje. Primero, María envuelve a su primogénito en pañales y lo coloca en el pesebre (v. 7). Luego, el ángel les comunica a los pastores que encontrarán al niño envuelto en pañales y colocado en un pesebre. Interpreta el dato de una manera significativa: les dice que este hecho les servirá de “señal” (v. 12). Finalmente, luego de la aparición de la multitud de las huestes celestiales envueltas en luz que alaban al Dios del cielo y de la tierra (v. 14), los pastores salen apurados para verificar lo ocurrido. Así es que encuentran a María, a José y “al niño acostado en el pesebre” (v. 16).

 

¿En qué sentido el niño en el pesebre es una “señal”? ¿Señal de qué?

Los pastores verifican que el Salvador, Mesías y Señor (v.  11)

Hoy esta “señal” es una buena noticia para nosotros porque nos comunica que la lógica de Dios se nos manifiesta (v. 15) en la vulnerabilidad de lo pequeño, de lo profundamente humano, de lo humilde y de lo sencillo. 

  

Comentarios